INEXISTENTES

Fredo Velázquez PhD
3 min readMay 27, 2022

(cuento discursivo)

Desde muy joven, Guillermo Restrepo decidió, instintivamente, que no sería capaz de arriesgarlo todo: caso común en este mundo de sobrevivientes, donde el miedo a morir de hambre engendra seres por siempre hambrientos, y maquinales.

A sus 23, gracias un poco quizás a la suerte, y un tanto tal vez a su inexorable empeño, Guillermo gozaba ya de la anhelada independencia que a cualquier joven abastece de vigor, orgullo y sueños. Pero como las bondades de ser independiente tarde o temprano dejan de ser suficientes, Guillermo Restrepo, cual persona consciente, se entregó a los gajes de siempre ser dependiente, del decoroso canon de un futuro mejor.

Con el paso de los años, Guillermo ensanchó las raíces de un acogedor patrimonio que reflejaba, al fin y al cabo, lo mucho o poco que junto a la inercia de no ser nunca “nadie”, había logrado. Lloró, amó, cayó y triunfó; se sintió perdido, se creyó valiente; se extravió en la línea del tiempo, le venció la muerte: como a cualquier otro sobreviviente. En sus últimos años, Guillermo Restrepo usufructuó, casi despreocupadamente, de los frutos de toda una vida de gran sacrificio y afán intransigente, que dignificaron su sobrevivencia, constantemente.

Para su familia, el ahínco de Guillermo sigue siendo hasta la fecha de gran ayuda, y él, por siempre un ejemplo. Para su época, fue un hombre decente, para su perro, un compañero benevolente, para su dios, un admirador ferviente; para el privilegio de la existencia humana, inexistente.

Así fue, pues, como Guillermo Restrepo logró ser un admirable y digno ejemplo de sobreviviente, que desatendió a la existencia, para honrar su vida, hasta la muerte.

Nota discursiva

Ser conscientes de que somos conscientes de que existimos, es un atributo muy especial de nuestros días, y nuestra gente. Un atributo inadvertido, sin embargo, para la sarta de sobrevivientes.

Por miedo a no perderse, y a no perder, sobre todo, “el sentido de la vida”, cuántos pierden la dicha de existir en el privilegio de concebir que el destino final es para todos, indiferente, ¡y que si ha de haber diferencia!, es en la pasión que sobrepasa los apremios de estar vivo, y las presiones de la muerte. Pero eso lo saben solo unos pocos: aquellos que podrían arriesgarlo todo en cualquier momento, mas nunca dejar de existir.

Ambas, la vida y la existencia, se han de perder en cualquier momento, es cierto, pero para qué subsistir en lo cierto, cuando nuestra distinción entre todo lo que esta destinado a estar muerto, nos permite el arte, lo imposible, y lo incierto. Sin embargo y a todo esto, ¿qué podría significar existir , ¡no en el sentido correcto, sino en el que encumbra, tal privilegio?! En realidad, hay cosas que simplemente se tienen que ir respondiendo, aunque, algo es certero: quien se esfuerza apenas por seguir viviendo, entregará su tiempo al primitivo instinto de ir por ahí, sobreviviendo, como el camello por el desierto, o las moscas sobre el estiércol: inexistentes en los apasionantes misterios del talante que desafía lo inevitable, y verdadero.

Seamos no obstante conscientes, de que arriesgarse a existir es todo menos natural. ¡¿Quién sería capaz de sacrificar “el camino correcto” para superar, por efímeros momentos, el rumbo de todo lo que está muerto?! ¡¿Quién?! Sin duda, no fue el caso de Guillermo Restrepo; algunas aves mueren en el nido, otras en el soplido del viento: no es lo mismo perecer existiendo, que resguardado en el sendero preparado para los muertos.

Mas no os preocupéis tanto, el privilegio de existir nunca ha sido para nadie una obligación, y eso es un hecho. Además, no hay quien no termine inexistiendo en la línea del tiempo. Así que nunca os esforcéis por tratar de dar con una buena razón para no arriesgar la vida, sobreviviendo, y entregaros a la aventura de la experiencia, de ser-existiendo; los existentes, otro imposible misterio, nunca han ocupado una: la llevan dentro.

(A quien haya tenido la suerte de poner en riesgo el sosiego de ir por ahí, sobreviviendo, para morir viviendo.)

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Fredo Velázquez PhD

Irreverentes, polémicas, divertidas y filosóficas reflexiones.